De todos los dominios de la vida social, el Derecho es aquel en el cual la especulación filosófica se ha empleado menos en nuestros días.
Se ha manifestado ésta en la filología y la mitología comparadas, en política, en moral, en estética; pero los códigos le han producido miedo, y ha dejado el Derecho a los juristas, la mina a los mineros. ¿Se ha retirado, yo no sé por qué, ante los estudios especiales que la explotación de un nuevo filón haya exigido?
¿Habrá entre el espíritu jurídico y el espíritu filosófico alguna incompatibilidad natural? Sea de ello lo que quiera, este abandono del campo legislativo a los simples trabajadores, llamados comentaristas u hombres de negocios, ha producido los resultados más perniciosos, para la ciencia del Derecho en primer término, que se ha cerrado en sí misma, permaneciendo estéril, rutinaria y sedentaria, y en seguida para las ciencias sus hermanas, la economía política sobre todo, que olvidando su parentesco y sus derechos a la distribución de la herencia común, han rebasado sin saberlo sus límites naturales.
Introducción. Observaciones preliminares
Capítulo Primero. Derecho criminal
Capítulo II. Procedimiento
Capítulo III. Régimen de las personas
Capítulo IV. Régimen de los bienes
Capítulo V. Obligaciones
Capítulo VI. El derecho natural
Capítulo VII. El derecho y la sociología
Gabriel Tarde, Sarlat-la-Canéda, Dordoña, 12 de marzo de 1843 – París, 13 de mayo de 1904.
Sociólogo, criminólogo y psicólogo social. Concebía a la sociología como basada en pequeñas interacciones psicológicas entre individuos (a la manera de la química), donde las fuerzas fundamentales serían la imitación y la innovación.
Era miembro de una familia aristocrática. A los 17 años ingresó a la escuela politécnica, estudiando matemáticas y comenzó la rescisión de un «periplo enciclopédico alrededor de todas las ciencias y en la construcción de un vasto sistema filosófico». Sin embargo una enfermedad en la vista, producida a los 19 años a consecuencia de estudios excesivos, lo llevó a abandonar su idea y a estudiar la carrera de Derecho en la Universidad de Toulouse, relatando que: «quizá no tanto por vocación personal, por imitación, costumbre, es por lo que, en una época muy triste de mi juventud ingresé a la magistratura».