Este libro empieza y acaba invocando la necesidad de divulgar en el primer tercio del siglo XXI la biografía de un mártir de la libertad que nació en el último tercio del siglo XVIII. Muñoz-Torrero podría i haberse cambiado de chaqueta, como hicieron tantos de sus contem- I poráneos. El poeta Manuel José Quintana entre otros, que puso fin a I su confinamiento precisamente en Cabeza del Buey escribiendo una I canción para la cuarta boda de Fernando VII el mismo año en que | era asesinado en Lisboa Muñoz-Torrero. Pero el preconizado obispo persona encarne la fidelidad a unos principios políticos, y sobre todo éticos, atemporales.
Tenemos la obligación de defenderlos frente a la marea de populismo que nos cubre. Esta biografía de Muñoz-Torrero escrita por Rui Vieira revaloriza la figura del procer de Cabeza del Buey. Después de leerla, no podemos ya mirar su efigie de la misma manera. Aún nos inspira más piedad, respeto y admiración. Porque lo más importante de este libro, una vez demostrada la tesis del crimen de Estado, no está dicho: queda a la imaginación del lector. Es la presencia de ánimo y entereza moral que necesitó aquel hombre desengañado del mundo para, agotadas sus fuerzas físicas por un cautiverio brutal, mantener incólume su fe y sus convicciones políticas en el último tramo del camino. Sus electores le habían dado la espalda votando a los radicales. El Papa le había vetado. El Rey le había condenado a muerte. Y aún hubo de apurar el cáliz de sus amarguras con una muerte atroz. Eli, Eli…¿Lama sabactani?
Muñoz-Torrero, figura del pasado, envenenado en 1829, pertenece también al presente, a nuestro atribulado 2021.