Cuerpos que envejecen Vulnerabilidad, familias, dependencia y cuidados en la antigüedad
El estudio histórico de las edades ha transformado nuestra forma de observar el pasado. El discurso tradicional protagonizado por un varón en plenas facultades quedó superado para dar espacio también a las mujeres y, junto con ellas, a los sujetos infantiles. Fuera de la mediana edad, la infancia se convirtió en la primera etapa de la vida humana que llamó la atención de historiadoras e historiadores. Solo en tiempos recientes la ancianidad, a la que Séneca definió como «segunda niñez», se ha convertido en el centro de las investigaciones, contribuyendo así a dibujar la pluralidad de las gentes del pasado.
Este libro se suma a esta tendencia en auge, con casos de estudio que abarcan variadas geografías y cronologías de la Antigüedad, con un recorrido de 3.000 años que viaja de Mesopotamia hasta la Península Ibérica. Cada una de las contribuciones se acerca a la vejez con el objetivo de singularizarla, plenamente conscientes de las diferencias en atención al género, a la posición social o a la situación económica. Los discursos y las representaciones también se cotejan con realidades que abundan en la vida cotidiana de quienes se enfrentaban a los desafíos de envejecer en contextos históricos en los que la familia se convertía en un gran amortiguador. Finalmente, y al igual que hoy, en el mundo antiguo la senectud se asocia a la dependencia y a situaciones de vulnerabilidad, debido a una transición, a un cambio que afectaba a las facultades físicas y mentales, como nos recuerda Safo en su poema: «las rodillas no me llevan»; «de negros han pasado a ser blancos mis cabellos». Aun así, en esta publicación se presenta a ancianos y ancianas no como seres marginales y aislados, sino como parte integral de las distintas sociedades, en las que tuvieron que desarrollarse estrategias de adaptación y atención, en un contexto ajeno a los programas de asistencia actuales.