Si nos remontamos a la historia de las sociedades anónimas, nos encontraremos con las compañías coloniales, que se inician en 1602 con la compañía holandesa de las Islas Orientales.
De este modo, las sociedades anónimas, instrumento típico de la economía moderna, se encuentran ligadas en su origen con la colonización del Oriente y con la del Nuevo Mundo, cuyo descubrimiento los historiadores, precisamente, suelen apuntar como el comienzo de la historia moderna.
En las compañías coloniales, ya se delineaban las características fundamentales que hoy son peculiares de la sociedad anónima: limitación a la responsabilidad de los socios y división del capital en acciones; esto es, posibilidad de que las participaciones de los diversos socios sean incorporadas a títulos fácilmente circulables: de este modo, la persona del socio es indiferente a la individualización jurídica déla sociedad.