Gobierno de las togas
Desde hace tiempo, las tensiones de la vida política han acabado en los juzgados. Cada vez más, los jueces asumen el papel de árbitros en conflictos que antes se resolvían en el Parlamento o en las urnas. Este fenómeno, conocido como judicialización de la política, ha crecido con el apoyo de muchos partidos, que han encontrado en los tribunales una herramienta para neutralizar a sus rivales.
Vivimos en una sociedad que pretende resolverlo todo mediante leyes. Esta tendencia limita la capacidad de los ciudadanos para acudir al diálogo, al pacto o al consenso democrático. Como consecuencia, el Poder Judicial ha ganado peso y presencia en la vida pública. A veces, incluso interviene en cuestiones que deberían resolverse en el ámbito político, no en los tribunales.
Este gobierno de las togas preocupa a muchas voces expertas. Una de ellas es José Antonio Martín Pallín, quien advierte que la separación de poderes está en riesgo. Cuando los jueces asumen funciones propias del legislador o del ejecutivo, la democracia se desdibuja. La imparcialidad del sistema judicial también puede verse comprometida si se percibe que actúa al servicio de intereses partidistas.
Como ejemplo, Martín Pallín analiza la sentencia del Tribunal Supremo sobre el procés catalán. Examina el juicio desde sus fases iniciales hasta la sentencia final. También estudia el contexto político que lo rodeó, señalando cómo el uso de herramientas judiciales ha sustituido el diálogo político.
Para revertir esta dinámica, el autor propone recuperar espacios de encuentro. La amnistía o el indulto, aunque controvertidos, son mecanismos constitucionales que podrían ayudar a pacificar la “cuestión catalana”. Lo importante, sostiene, es devolver la política al terreno de la política.
En definitiva, el texto nos invita a reflexionar sobre los riesgos de un gobierno de las togas, donde los jueces sustituyen a los representantes electos. Una democracia fuerte necesita equilibrio entre poderes y confianza en sus instituciones.