La precaria gestión de la diferencia cultural genera fracturas que alientan la discriminación, el racismo y la xenofobia. Todas ellas tienen como eje común un sentimiento de superioridad, identidad y pertenencia concebido en clave de enfrentamiento e incompatibilidad que dificulta las relaciones interculturales. En tiempos de incertidumbre económica y desencuentro ético, cuando determinados colectivos se sienten amenazados, surgen conflictos identitarios. Con demasiada frecuencia, estos desafíos se afrontan con estereotipos y el menosprecio de determinadas culturas, fomentando la fragmentación en lugar de la cohesión social.
Frente a los múltiples tipos de discriminación que se dan en las sociedades multiculturales, es necesario pensar en las exigencias de la lógica del reconocimiento que permite poner el énfasis en la negociación de los intereses contrapuestos desde la observancia de los derechos humanos. Con la finalidad de fomentar un debate e intercambio crítico sobre estas cuestiones, en el Instituto de Derechos Humanos de la Universitat de València, desde el proyecto Multihuri I+D+i (2015-65840-R MICINN/FEDER) titulado «Diversidad y convivencia: los derechos humanos como guía de acción», se ha venido trabajando para identificar y abordar los obstáculos a la convivencia intercultural en el contexto actual. Este libro, que recoge una parte del trabajo realizado en dicho proyecto, surge desde el convencimiento de que, para evitar un retroceso civilizatorio basado en la desigualdad, es imprescindible reflexionar sobre cómo es posible construir un modelo de convivencia pacífica en sociedades plurales y diversas, es decir, es necesario combatir la discriminación y el racismo para fomentar relaciones interculturales activas y positivas.
Presentación.
Los acuciantes desafíos identitarios propios de la diversidad, el vínculo de éstos con el orden público o los principios fundamentales de los modernos Estados democráticos de Derecho (como la igualdad, el pluralismo o la laicidad) y su relación con sentimientos latentes como el de reivindicación nacional ponen en evidencia las dificultades a la hora de establecer valores comunes en un mundo fragmentado. La precaria gestión de la diferencia cultural (incluida la religiosa) genera fracturas que alientan la discriminación, el racismo y la xenofobia. Todas ellas tienen como eje común un sentimiento de superioridad, identidad y pertenencia concebido en clave de enfrentamiento e incompatibilidad que dificulta las relaciones interculturales activas.
En tiempos de incertidumbre económica y desencuentro ético, cuando determinados colectivos se sienten amenazados o discriminados, surgen conflictos identitarios que obstaculizan la convivencia pacífica. Con demasiada frecuencia, estos desafíos se afrontan con soluciones reduccionistas basadas en el miedo al otro, que fomentan la fragmentación en lugar de la cohesión social. Frente a esos potenciales conflictos que traen consigo la reducción drástica de libertades, es necesario pensar en las exigencias de la lógica del reconocimiento, que reclama el tratamiento de los mismos poniendo el énfasis en ayudar a la negociación y a la integración de los intereses contrapuestos desde la observancia de los derechos humanos.
Con la finalidad de fomentar un debate e intercambio crítico sobre estas cuestiones, en el Instituto de Derechos Humanos de la Universitat de València, desde el proyecto Multihuri I+D+i (2015-65840-R MICINN/FEDER) titulado «Diversidad y convivencia: los derechos humanos como guía de acción», se ha venido trabajando para identificar y abordar los obstáculos a la convivencia intercultural en el contexto actual. El ámbito de esta investigación no es solo España, sino también, entre otros, Francia, Italia y Canadá, tomando en consideración tanto las dimensiones nacionales como las regionales y locales. Precisamente este enfoque comparado entre diferentes Estados, tanto desde un punto de vista jurídico como sociológico, es una de las fortalezas de este proyecto, ya que aporta una dimensión internacional que enriquece el análisis de los temas objeto de estudio. Esa orientación se plasma en el trabajo que ahora se presenta, en el que se recogen, además, trabajos de investigadores que, sin ser parte de dicho proyecto, han colaborado en los grupos de trabajo, seminarios y congresos internacionales organizados desde Multihuri.
Este libro se estructura en tres líneas de análisis interconectadas, enfocadas desde el eje transversal de la discriminación, cuando en realidad debería primar la igualdad: identidades y culturas; diversidad y género; y racismo y xenofobia, en las que se agrupan los diferentes capítulos.
En primer lugar, reflexionar de modo crítico sobre las relaciones entre identidades y culturas implica aceptar, en buena medida, que las identidades, además de plurales, son negociables y revocables. En ese sentido, cuando se habla de la identidad cultural hay que entender que no es única y excluyente, sino múltiple e incluyente. Así, concurren como identidades complementarias la etnia, la lengua, la religión y la raza, al mismo tiempo que el sentido de la pertenencia a un Estado y la ciudadanía. La multifacética relación entre identidades y culturas permite abordar diversas cuestiones.
Desde este enfoque, el artículo de Javier García Castaño y María Rubio Gómez se ocupa de la trampa de la diversidad, en concreto, de las (des)igualdades en la escuela. Este texto comienza problematizando la noción de la diversidad cultural, para ello toma la escuela como un escenario con un significado muy especial. En ella el Estado se ensaya y se pone a prueba cada día. En opinión de los autores, la escuela dice ser «favorable» a la diversidad, pero para gestionarla no hace otra cosa que poner orden en forma de diferencias que se terminan traduciendo en desigualdades. Desde esta perspectiva se analizan dos escenarios en los que observar cómo se gestiona la diversidad cultural y cómo se construyen diferencias: el primero, es el de los discursos normativos y, el segundo, el discurso profesional de la escuela. Así se pone en evidencia que, en la escuela, la retórica igualitaria lleva a decir que se promueve la diversidad, pero las prácticas, de lo que hablan es de construir y organizar las diferencias. La trampa estaría en que cuando se habla de diversidad a lo que en realidad se está haciendo alusión es a las diferencias que se deben establecer entre los grupos humanos que permiten sistemas clasificatorios artificiales, que a su vez son antesala de la construcción de desigualdades.
Por otra parte, Pierre Bosset se centra en el análisis de los derechos culturales como herramienta de acción, insistiendo en su relevancia y en el hecho de que son una categoría de derechos descuidada, cuando en realidad pueden considerarse la encrucijada de todos los derechos humanos, lo que demuestra que los derechos son interdependientes. Aunque es cierto que los derechos culturales necesitan tanto las libertades civiles como los derechos socioeconómicos para realizarse plenamente, todo derecho y libertad también tiene sus dimensiones culturales, y, por tanto, las autoridades gubernamentales deben prestar especial atención a la forma en que formulan sus políticas culturales. Los derechos culturales permiten, y exigen, considerar las dimensiones colectivas e individuales de los derechos de tal manera que pueden ser claves para una comprensión global de los derechos humanos. Como se sugiere desde el interculturalismo quebequense, quizá ha llegado el momento de comenzar a ver los derechos culturales como herramientas legales para implementar políticas públicas.
El estudio de Géraldine Galeote sobre proyecciones identitarias, procesos de estereotipización y patrimonialización en las políticas turísticas, cierra este primer bloque. En él se propone ir más allá de la perspectiva «clásica» sobre los estereotipos, que tiende a analizar cómo los estereotipos son construidos y utilizados por un grupo para definir a otro grupo de forma simplificada y errónea, a partir de una reflexión sobre la manera en que los estereotipos pueden también ser una creación del grupo estereotipado. En este caso se conceptúan como herramientas de autopromoción y de asentamiento de una identidad diferenciada. Para analizar esta hipótesis, este trabajo propone estudiar las estrategias promocionales del turismo en España y en el País Vasco con el fin de proponer una doble lectura: un análisis de la creación y apropiación de los estereotipos por una parte, y un estudio de la estrategia de diferenciación por la otra, en particular a través del patrimonio cultural.
La segunda parte del libro se dedica a la relación entre diversidad y género desde el punto de vista cultural. Se presta una especial atención a las prácticas culturales que interpelan de forma directa a los principios y valores que sustentan los ordenamientos jurídicos occidentales contemporáneos, cuestionando la función que debe desempeñar el factor cultural, especialmente en aquellos casos en que las mujeres ven condicionadas su libertad y autonomía. De las múltiples cuestiones a propósito de las desigualdades que afectan a las mujeres históricamente, apelando a la cultura, se insiste en la necesidad de conseguir la igualdad en dos ámbitos fundamentales: el matrimonio y las relaciones familiares. El hilo conductor que subyace en esta parte del trabajo remite al reconocimiento en el nivel internacional del derecho de las mujeres a una vida libre de violencia de género que tiene significativas implicaciones en el plano legal, además de consecuencias sociales y políticas, obligando a los Estados a asegurar este derecho por medio de la implementación de medidas concretas
El trabajo de Letizia Mancini aborda el papel que debe desempeñar el derecho frente a la diversidad respondiendo a la cuestión de cuál es el espacio para el factor cultural en el ámbito penal. El pluralismo cultural y religioso que caracteriza a las sociedades contemporáneas plantea, a la política y al derecho, numerosas cuestiones que han sido ampliamente investigadas en las ciencias sociales y jurídicas. Las prácticas culturales que no siempre son conocidas, en ocasiones se encuentran en abierto contraste con normas y principios jurídicos fundamentales, por ejemplo, cuando plantean a los operadores del derecho, y a los jueces en particular, desafíos de no fácil solución. Este ensayo aborda la cuestión, de manera sintética, poniendo de relieve tanto las líneas fundamentales del debate sobre el tema, como las dificultades de llevar a cabo una jurisdicción sensible a las culturas, necesaria, pero no por ello alcanzable sin obstáculos, riesgos y dificultades.
En esa misma línea, Ángeles Solanes analiza la relación entre los derechos de las mujeres y la cultura del honor. Dentro de la noción de cultura, como sistema histórico, complejo y dinámico, se ubica el honor entendido no como un derecho, sino como un conjunto de prácticas que tiene una dimensión colectiva o grupal, es decir, como códigos de honor. En ellos se encuentran prácticas que pueden ser consideradas como una forma singular de violencia contras las mujeres que no son compatibles con la apelación a la denominada defensa cultural. Así, se hace referencia a algunas prácticas de violencia contra las mujeres asentadas en determinadas culturas como muestra de la discriminación sistemática que estas sufren y a las esferas de actuación de los Estados para combatirlas. Los estándares normativos internacionales de derechos humanos para la prevención y erradicación de las prácticas tradicionales perjudiciales que conllevan violencia contra las mujeres exigen como medida inaplazable y, desde una visión transversal, la adopción por los Estados de una estrategia integral dirigida al reforzamiento de medidas jurídicas, políticas y de carácter social que permitan prevenirlas y combatirlas.
Sobre el caso concreto de España se ocupa Jaime Bonet en su capítulo a propósito de la poligamia en el derecho español. La existencia de numerosas mujeres que reclaman a España una pensión de viudedad tras el fallecimiento de sus maridos, de origen saharaui o marroquí, que trabajaron para el Ejército español durante la época colonial, casados con más de una mujer de acuerdo con su religión islámica y el hecho de que en España la bigamia está tipificada como delito, supone un reto en el que las razones de justicia chocan con el orden público español. Según la concepción islámica del matrimonio el varón puede tener hasta cuatro esposas mientras que la mujer solo puede ser monógama. Tras analizar la poligamia musulmana, se estudia el concepto de orden público aplicado al sistema matrimonial español; o, en otras palabras, cómo la monogamia matrimonial sigue estando protegida en la actualidad en la legislación española, mientras que la poligamia está rechazada por el orden público español, como se refleja en la existencia del impedimento de ligamen y del delito de bigamia. El trabajo concluye con el estudio de la sentencia del Tribunal Supremo español de 24 de enero de 2018, por la que se reconoce el derecho a cobrar la pensión de viudedad a una segunda esposa o segunda viuda de un matrimonio poligámico para evitar una situación injusta, en la que el orden público actúa de manera atenuada.
El tercer bloque de este volumen se dedica al racismo y la xenofobia analizando a través de qué procesos sociales, políticos y económicos se insiste en la categoría ficticia de raza, los instrumentos que la reproducen y que afianzan, en buena medida, un racismo que podría considerarse culturalista desde el que se adscriben disposiciones morales a unas culturas u otras sin que existan justificaciones para ello. Los diferentes enfoques sobre el análisis del racismo y la xenofobia, que se ejemplifica también en el trato diferencial que reciben los extranjeros en los centros de internamiento, permiten aportar alternativas para luchar contra la discriminación y promover la igualdad.
El capítulo que presentan María José Aguilar y Daniel Buraschi se ocupa de la relación entre racismo «democrático» y fronteras morales planteando la cuestión de cómo construir una ciudadanía insurgente. Como señalan los autores, el racismo «democrático» es una de las formas más peligrosas e insidiosas de racismo contemporáneo por su carácter mainstream y por su afán moralizante, que lo legitima en marcos democráticos. Se asienta en un dispositivo de construcción de fronteras morales que asegura la exclusión moral de determinadas categorías de personas dentro de marcos democráticos, de ahí su elevada peligrosidad. En este trabajo se ofrecen herramientas conceptuales para identificar y comprender el racismo «democrático» y sus discursos, los procesos principales de construcción de las fronteras morales, que es el basamento de la pretendida legitimidad de la exclusión moral.
Frente a tales procesos de exclusión moral se plantea la urgente necesidad de revalorizar y reivindicar una nueva ciudadanía global que solo puede expresarse como ciudadanía insurgente frente al orden moral dominante. Finalmente, el texto ofrece algunas propuestas operativas que pueden ser herramientas útiles de resistencia desde la sociedad civil.
El trabajo de Albert Mora sobre diversidad, discriminación y delitos de odio, en concreto, a propósito de la fobia a inmigrantes, gitanos y musulmanes en España y en la Comunitat Valenciana, presenta una panorámica actual de la discriminación en España y en la Comunitat Valenciana de tres de los colectivos más expuestos hoy a la violencia de los discursos de odio y a la desigualdad, las personas inmigrantes, las personas musulmanas y las personas gitanas, afectadas por estigmas que las vulnerabilizan y facilitan la violación de sus derechos.
A partir de la evidencia empírica disponible y del contenido de varias entrevistas a informantes clave se destacan, en relación a los tres colectivos, las principales dinámicas de exclusión que les afectan, se refieren algunos indicadores de la xenofobia que se dirige hacia ellos, se analizan algunos datos relativos a las desiguales condiciones materiales de vida y disfrute de derechos y se exponen los principales datos disponibles sobre los delitos de odio de los que son objeto. El texto finaliza con una serie de propuestas para promover la igualdad y la inclusión, reducir la xenofobia y disminuir los delitos de odio que se cometen contra los integrantes de estos grupos.
Los espacios de racismo en los servicios públicos al percibir al otro como amenaza es el tema del que se ocupa el artículo de Ana Isabel Vázquez. Las respuestas de los Estados a las dinámicas migratorias actuales utilizan la lógica de diferenciación como instrumento para definir la sociedad, apoyándose en estrategias y políticas públicas que normalizan el reconocimiento desigual en la protección social a las personas migrantes, justificando con ello espacios formales de racismo. Para ello, utilizan la identificación del otro como sujeto subalterno y como amenaza al mantenimiento del sistema público; la preferencia del autóctono frente al extranjero, como por derecho propio; y el establecimiento de barreras en el acceso a derechos y servicios públicos, a modo de fronteras internas. Como ejemplo de este tipo de lógica instrumental, se presenta el estudio de caso sobre la aplicación del RDL 16/2012 en la Comunitat Valenciana. Las consecuencias concretas de esta medida muestran una política migratoria que responde a la emergencia y no a la convivencia, que genera una sociedad dual, poco coherente con una perspectiva de derechos, dignidad y convivencia.
Esta parte se cierra con el estudio de Lourdes Santos sobre los centros de internamiento de extranjeros y la justificación de la pena. En él se propone una reflexión filosófico-moral a propósito de si existen razones para castigar a las personas inmigrantes en situación irregular (el porqué) y, en el caso de responder afirmativamente a esta cuestión, qué medida del castigo puede considerarse justificado (el cuánto) y cuál debería ser la forma correcta de llevarlo a la práctica (el cómo). En el trasfondo de esta discusión, lo que se pretende poner en cuestión es la legitimidad de los Centros de Internamiento (los denominados CIES), concebidos hipotéticamente como un tipo específico de sanción o de pena estatal, a la par que advertir los efectos perversos, en términos del cultivo y el amparo de actitudes racistas y xenófobas por parte de los ciudadanos en relación con los inmigrantes en situación irregular, que tendría la implementación de una medida de esta naturaleza.
Este libro, que recoge una parte del trabajo realizado en el proyecto Multihuri, surge desde el convencimiento de que, para evitar un retroceso civilizatorio basado en la desigualdad, es imprescindible reflexionar sobre cómo es posible construir un modelo de convivencia pacífica en sociedades plurales y diversas, es decir, es necesario combatir la discriminación y el racismo, y al mismo tiempo fomentar relaciones interculturales activas y positivas. Una guía ineludible en el fomento de esa cohesión social y en la articulación normativa y de políticas públicas es el estricto respeto a los derechos humanos desde sus estándares internacionales y a los principios básicos del Estado democrático de Derecho. En ese contexto, la diversidad cultural puede ser una realidad inclusiva e integradora.