Ante la creciente presión que existe sobre el agua, el aumento de las sequías y la menor disponibilidad del recurso a causa del cambio climático, garantizar el buen funcionamiento del ciclo integral del agua, es decir, contar con la seguridad del agua (seguridad humana, económica y ecológica), se ha convertido en un objetivo esencial de sostenibilidad para la comunidad local e internacional. Tal es la crisis del agua, que datos de la OCDE señalan que cerca del 40% de la población mundial vive actualmente en situación de estrés hídrico y que la demanda de agua aumentará en un 55% para el año 2050.
Dicha situación ha devuelto a la agenda pública el debate sobre el agua urbana y la escasez hídrica, demostrando que las medidas regulatorias reactivas y poco o mal planificadas, tienen a ser menos eficaces y más cara.