Semiótica y derecho
La mayoría de los filósofos de este siglo asignan al lenguaje un lugar de preferencia en la problemática filosófica. Comienza así a aflorar la idea de que nuestro conocimiento puede a menudo ser oscurecido por ciertas perplejidades de naturaleza estrictamente lingüística. Un lenguaje defectuoso puede en muchas circunstancias, por sí solo, brindarnos un cuadro distorsionado del objetivo de nuestras preocupaciones.
Algunas posiciones extremas gustan aceptar que la misión más importante de la filosofía debe cumplirse al margen de las grandes especulaciones metafísicas y dentro de una búsqueda estrictamente lingüística, lo que no es otra cosa acortando postulaciones extremas que afirmar que la significación es el eje capital de la problemática humanística. En torno a la significación descansa la piedra angular del tiempo epistémico del hombre, su incansable lucha por trascender la pura operatividad. Lo cierto es, que la filosofía lingüística se ha introducido de manera irreversible en las modalidades del pensamiento de este siglo.
La reflexión sobre los modos y el alcance del conocimiento cede su lugar de privilegio al pensar sobre la inteligibilidad humana, que se logra mediante el domino de las estructuras que faciliten la sistemática elucidación de cualquier material lingüístico. Luis Alberto Warat