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Correspondencia, III Volumen 16B

ISBN: 9788498368604

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Fecha de edición 10/11/2011
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1ª edición, Noviembre 2011
Editorial Comares

SINOPSIS

La carta que me escribiste la víspera del nuevo siglo y año gregoriano yo la recibí también la víspera del mismo año, pero juliano, que fue un día notable puesto que le cupo una larga noche de once días, ¡por fin pasó! Y brilló ya el duodécimo de enero, lo mismo les ha ocurrido a los Frisios occidentales. Que haya sido yo entre los primeros a quienes has respondido tras el regreso de tu viaje es una nueva muestra de tu fidelidad para conmigo, que reconozco agradecido y a la que me esforzaré en responder en cualquier ocasión. Me complace que mi invento del nuevo fósforo te haya gustado, también les ha gustado a muchos en la Academia Real de las Ciencias.

El Sr. Varignon me escribe diciendo que el Sr. Homberg va a realizar de nuevo mis experimentos en cuanto tenga tiempo, y que el presidente de la Academia, el Sr. Bignon, tiene tanto deseo de poseer este fósforo que, si Homberg no tiene éxito con él, me ruega que por correo público se lo envíe a la Academia ya preparado, así que espero con impaciencia el resultado de Homberg para comunicar al público el invento. El mercurio brilla sobre todo en razón de la superficie que ocupa más que en razón de su cantidad, pues en el barómetro la luz se observa sólo en la parte superior de la columna mercurial, mientras que la vasija vítrea, aunque la cantidad de mercurio es muy exigua, aparece sin embargo encendida toda ella, puesto que al ser agitada con vehemencia se dispersa la luz a lo largo de las partes de muchas superficies, de manera que cualquier diminuta gota muestra su propia luz. Con esta ocasión se me ha ocurrido que, más allá de su aspecto curioso, podría tener este invento una nueva utilidad. En efecto, he pensado que, si tenemos dos recipientes vítreos, uniformes y robustos, y se unen por sus vértices dejando un pequeño orificio de comunicación del uno al otro a la manera de un reloj de arena, sólo que en lugar de arena se vertiera el mercurio y luego se extrajera el aire de ambos recipientes combinados, lo que yo sé cómo podría hacerse cómodamente, digo que he pensado que un tal reloj podría ser útil en la oscuridad, por la noche, pues el rayo de mercurio que saliera por el orificio sería brillante y la luz no cesaría mientras no hubiera pasado todo el mercurio de la parte superior a la inferior.

En lugar de estas vasijas podrían emplearse también tubos largos, y con la longitud del rayo brillante que iría descendiendo poco a poco podríamos medir los minutos. Este tipo de relojes podrían utilizarlos los investigadores y vigilantes nocturnos y en aquellas circunstancias en las que no puede o no debe escucharse el sonido de las campanas.

G. W. Leibniz 

G. W. Leibniz

fue un filósofo, matemático, lógico, teólogo, jurista, bibliotecario y político alemán.
Fue uno de los grandes pensadores de los siglos xvii y xviii, y se le reconoce como el «último genio universal», esto es, la última persona que pudo formarse suficientemente en todos los campos del conocimiento; después ya solo hubo especialistas. Realizó profundas e importantes contribuciones en las áreas de metafísica, epistemología, lógica, filosofía de la religión, así como en la matemática, física, geología, jurisprudencia e historia. Incluso Denis Diderot, el filósofo deísta francés del siglo xviii, cuyas opiniones no podrían estar en mayor oposición a las de Leibniz, no podía evitar sentirse sobrecogido ante sus logros, y escribió en la Encyclopédie: «Quizás nunca haya un hombre que haya leído tanto, estudiado tanto, meditado más y escrito más que Leibniz… Lo que ha elaborado sobre el mundo, sobre Dios, la naturaleza y el alma es de la más sublime elocuencia. Si sus ideas hubiesen sido expresadas con el olfato de Platón, el filósofo de Leipzig no cedería en nada al filósofo de Atenas».2?
De hecho, el tono de Diderot es casi de desesperanza en otra observación, que contiene igualmente mucha verdad: «Cuando uno compara sus talentos con los de Leibniz, uno tiene la tentación de tirar todos sus libros e ir a morir silenciosamente en la oscuridad de algún rincón olvidado». La reverencia de Diderot contrasta con los ataques que otro importante filósofo, Voltaire, lanzaría contra el pensamiento filosófico de Leibniz, consecuencia del aprecio que sentía por Newton y del desprecio que sentía por el optimismo en que desembocaba su sistema filosófico. A pesar de reconocer la vastedad de la obra de este, Voltaire sostenía que en toda ella no había nada útil que fuera original, ni nada original que no fuera absurdo y risible.
Ocupa un lugar igualmente importante tanto en la historia de la filosofía como en la de la matemática. De manera independiente al trabajo de Newton (quien lo había desarrollado 10 años antes pero no lo había publicado debido a su trauma por la crítica que una vez le hiciera Hooke) desarrolló el cálculo infinitesimal y su notación que es la que se emplea desde entonces.3?4? También inventó el sistema binario, fundamento virtual de todas las arquitecturas de las computadoras actuales.5? Fue uno de los primeros intelectuales europeos que reconocieron el valor y la importancia del pensamiento chino y de China como potencia desde todos los puntos de vista.
René Descartes, Baruch Spinoza y Leibniz integran la terna de los tres grandes racionalistas del siglo xvii. Su filosofía se vincula también con la tradición escolástica y anticipa la lógica moderna y la filosofía analítica. Leibniz hizo asimismo contribuciones a la tecnología y anticipó nociones que aparecieron mucho más tarde en biología, medicina, geología, teoría de la probabilidad, psicología, ingeniería y ciencias de la computación. Sus contribuciones a esta vasta lista de temas se recoge en diarios y en decenas de miles de cartas y manuscritos inéditos. Hasta el momento, no se ha realizado una edición completa de sus escritos, y por ello no es posible aún hacer un recuento integral de sus logros.