2ª edición, Septiembre 2016
ALIANZA Editorial
SINOPSIS
«Cartas a Milena» reúne la correspondencia que entre 1920 y 1922 Franz Kafka (1883-1924) dirigió a Milena Jesenská, mujer de temperamento excepcional residente en Viena, con quien trabó conocimiento a raíz de su voluntad de traducir al checo dos de sus relatos. A través de ella asistimos al nacimiento de un amor tan violento como distante -fue esencialmente epistolar-, con una vacilante cima en un encuentro de cuatro días en Viena en 1921 y su posterior frustración y enfriamiento. Una historia de amor, en suma, que revela de forma excepcional la sensibilidad e intimidad emocional del autor de «La metamorfosis».
Esta nueva edición, basada en la definitiva alemana de 1983, incluye, además de los numerosos pasajes suprimidos en su día por Willy Haas (primer editor de las cartas), una ordenación cronológica más certera, la necrológica que Milena escribió a la muerte de Kafka, así como ocho cartas que le dirigió a Max Brod y que contribuyen a perfilar la imagen de la destinataria de esta correspondencia. Traducción e introducción de Carmen Gauger
Kafka, Franz:
Franz Kafka nació en 1883 en Praga, en el seno de una familia judía de habla alemana. En 1903 se licenció en Derecho, y a partir de 1908 trabajó en el Instituto de Seguros para Accidentes de Trabajo, un empleo que lo obligaría a realizar numerosos viajes a través del viejo imperio austrohúngaro, por entonces en pleno proceso de desmoronamiento. Formó parte de los círculos literarios e intelectuales de su ciudad, pero en vida apenas llegó a publicar algunos de sus escritos, la mayor parte en revistas. En 1922 obtuvo la jubilación anticipada por causa de la tuberculosis, enfermedad que empezó a padecer en 1917 y que le ocasionaría la muerte, ocurrida en 1924 en el sanatorio de Kierling, en las cercanías de Viena. El grueso de la obra de Kafka, entre la que se cuentan tres novelas, varias decenas de narraciones, un extenso diario, numerosos borradores y aforismos y una copiosa correspondencia, se publicó póstumamente por iniciativa de su amigo y albacea Max Brod, quien desobedeció el deseo expresado por Kafka de que se destruyeran todos sus textos. Desde entonces, la importancia de Kafka y su condición de clásico indiscutible no han hecho más que incrementarse, hasta el extremo de ser unánimemente considerado -por decirlo con palabras de Elias Canetti- como el escritor que más puramente ha expresado el siglo XX, y al que hay que considerar por lo tanto como «su manifestación más esencial».