Lejos de considerar la historia una disciplina objetiva y neutral, la historiografía crítica la aborda, desde hace ya bastantes décadas, como una narración que, mediante el lenguaje, construye realidades diversas, la de los vencedores en gran parte de los casos, pero también, gracias a estas nuevas aproximaciones, las de los vencidos. La traducción y la(s) historia(s) plantea, con ejemplos prácticos, la enorme responsabilidad ética que tiene el traductor de textos históricos, en tanto estos son reescrituras de lo real que convierten al autor en un primer traductor intralingüístico de los hechos que se cuentan, para proceder posteriormente a la traducción interlingüística correspondiente.
Como en el mar de las historias de Rushdie, el traductor deberá ser muy consciente de que la historia no es una sino muchas, y tendrá en consecuencia que preguntarse, antes de reescribir ese texto que es ya una traducción, quién lo ha escrito, para quién, con qué objetivo. La cuestión de la traducción de textos históricos es tan urgente como necesaria, dado que nuestros después se forjan con nuestros ahoras, pero sobre todo con nuestros antes.