Esta obra es, en realidad, el resultado de la suma de dos iniciativas diferentes que se han encontrado en el camino. Desde hace ya tiempo venimos trabajando cada uno de nosotros en las materias objeto de este comentario: buen gobierno y buena administración, por un lado; y transparencia administrativa y acceso a la información por otro.
El destino, o más bien la voluntad del legislador, quiso reunir ambas materias en un texto legal conjunto de especial significado, como lo es, sin duda, la Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno. Decidimos, por ello, uno y otro reunir nuestras fuerzas y ocuparnos cada uno de una de las partes implicadas, para ofrecer al lector un tratamiento conjunto del texto de la Ley. Se han mantenido, no obstante, como dos bloques o partes diferentes, cosa perfectamente posible dada la notable autonomía que tienen ambos aspectos. Jaime Rodríguez-Arana es el autor de la parte referida al buen gobierno y la buena administración y Miguel Ángel Sendín García ha elaborado la parte relativa a la transparencia y el acceso a la información pública.
Durante el proceso de gestación de esta obra nos sacudió una noticia de gran tristeza no sólo para nosotros, sino para todo el Derecho Administrativo, como fue la muerte del Profesor Mariano Brito. Gran autoridad en el campo del Derecho Administrativo Universal. Faceta que se queda, no obstante, pequeña frente a su extraordinaria talla humana y personal. No podíamos dejarle de dedicar este trabajo. Más aún cuando su ingente figura sirve como ninguna para dar luz a una materia que, en definitiva, se resume en la necesidad de hacer que las personas que desarrollan las tareas públicas lo hagan de manera noble y desinteresada, desde la voluntad de servir objetivamente al interés general y, en último término, a las personas. Nadie puede ejemplificar mejor ese objetivo que el profesor Brito, que fue un maestro del Derecho Administrativo en su concepción más cabal, pero más aún en la vida. En efecto, quienes tuvimos la suerte de maravillarnos con sus brillantes lecciones de Derecho Administrativo, cualquier intervención suya lo era, sabemos que fue mucho más que eso, fue un maestro de vida, de compromiso permanente con la libertad solidaria y con la dignidad suprema del ser humano, que proyectaba con su sola presencia la autoridad y el respeto que sólo una persona buena como era él puede irradiar.