Autoridad política y democracia Una teoría organizacional del estado
Desde una óptica novedosa en la que se dan cita clásicos y contemporáneos de la teoría política y la teoría organizacional, Ignacio L. Moheno nos ofrece una ruta para entender al Estado moderno. Para ello, propone tres modelos (o tipos ideales): eficiencia, eficacia y legitimidad. El primero encuentra su inspiración en La República de Platón, donde Sócrates hace de la filosofía y el conocimiento experto la clave del funcionamiento del Estado. En su concepción, la justicia consiste en la dedicación de cada quien a aquello para lo cual está dotado. Moheno ve en ello la esencia de la burocracia: un arreglo jerárquico en el que, en aras del bien colectivo, hombres y mujeres altamente capacitados ejercen, con apego estricto a las normas, sus funciones. He ahí la eficiencia, otra forma de comprender a la autoridad. Por su parte, el modelo de eficacia extrae de El príncipe de Maquiavelo su contenido esencial. El ámbito de acción del príncipe es la política, un espacio estrecho reservado a unos cuantos dispuestos a sacrificar su propia suerte, incluso su vida, por el bien de la república, por la preservación del Estado. No importa el juicio que podamos hacer del príncipe tras sus acciones, porque, en asuntos de Estado, en los que los costos no importan si se consigue el fin último, el único juicio válido es el de la Historia. En este sentido, eficacia y política se homologan.
La Política de Aristóteles sirve de base al modelo de legitimidad. El modelo es una descripción de la democracia, un régimen en el que la pluralidad ejercida por ciudadanos racionales y encabezada por politicos prudentes, es la fuente de legitimación de la política y del Estado mismo. Moheno nos permite entender cada modelo en sí mismo. En eso consiste su propuesta teórica. Pero sabemos que los tres (autoridad o eficiencia, política o eficacia, democracia o legitimidad) están en interacción constante, como no podría ser de otra manera. En ello reside la complejidad del fenómeno que llamamos Estado. Los podemos imaginar, por lo tanto, en un equilibrio inestable, pero también bajo el predominio de uno de ellos y de ahí inferir si estamos ante un sistema autoritario, uno democrático, otro, en la tradición weberiana si bien prácticamente imposible, carismático, y aun otros a medio camino entre los modelos. La lectora, el lector, podrá sacar sus conclusiones. Como quiera que fuere, Autoridad, política y democracia. Una teoría organizacional del Estado, nos da luces para comprender el fenómeno estatal desde sus componentes.