Si me adorares. Andrés Trapiello
Los artículos que se juntan en este librito se publicaron en el Magazine dominical de La Vanguardia a lo largo de 2009. Aparecieron bajo el epígrafe general «Mundo adelante». Los de su género siempre han conservado su título original cuando se publicaban en Los desvanes, pero ahora esto no es aconsajable, porque uno de los tomos del Salón de pasos perdidos, el que se publicó en 2017, se tituló precisamente Mundo es. Demasiados
mundos.
¿Cómo ha llegado uno al que lleva ahora? El camino hasta los títulos de un libro, como sabe el que haya tenido que poner alguno, es inextricable: unas veces se le aparece súbitamente, y es un título más o menos adecuado, y otras no sale sino después de mil moliendas, y acaba no siempre a gusto de su autor.
En mi caso el título tiene que ver a veces con la tipografía y con la ilustración de la cubierta, todo ello en la cabeza como en una alquitara.
Tenía yo pensado para Mundo adelante una de las célebres gárgolas de Notre Dame, a partir de una postal vieja encontrada en el Rastro. Se ve en ella a una figura diabólica esparciendo su mirada sobre París, y a su lado otra como agazapada. Recuerda
la escena evangélica en la que el demonio tentó a Jesús, que salía de un ayuno prolongado. Pensó aquel que este andaría, a causa de la flojera, sin voluntad y a tiro para vencerlo. «Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan», le dijo, a lo que Jesús le respondió con tal tino que su respuesta se sigue utilizando en toda clase de circunstancias: «No solo de pan vive el hombre».
Le subió entonces al pináculo del templo y le invitó a que se arrojara al vacío, porque seguro que Dios padre enviaría unos cuantos ángeles que no permitirían que se estampara contra el suelo,
y Jesús le dijo que estaba escrito que no tentaría a su Dios. En fin, que le llevó el diablo por último «a un monte muy alto, y mostrándole todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, le dijo: Todo esto te daré, si de hinojos me adorares».
Fue la primera vez en mi vida que vi utilizado de una manera naturalísima el futuro de subjuntivo, un modo verbal, a pesar de su elegancia, muy en desuso.
Lo que le respondió Jesús al demonio está ya homologado, pero ha de decirse que, siendo Él el hijo de Dios, tiene menos mérito que si nos hubiese tentado a cualquiera nosotros. Por hablar solo de mí: no sé yo si habría salido uno tan airoso de su
proposición.
Todo lo que ves aquí, lectora, lector, es tuyo sin necesidad de que me adorares, es tuyo sin que tengas que darme nada a cambio (eurillos del precio aparte). Ahora, si me adorares, has de saber que sería yo el primero que lo desaprobaría. Al fin y al cabo estas páginas se escribieron desde la completa libertad para lectores libres y sin prejuicios, contrarios a cualquier sectarismo, prejucio o idiolatría.