Glenn Gould. Política de la música
Glenn Gould. Política de la música de Marco Gatto es uno de los textos más estimulantes de toda la densa literatura sobre el gran pianista canadiense. El aspecto más interesante del libro, al que apuntan desde el principio las reflexiones de Gatto, es el análisis científico de la figura del músico, un análisis que pretende desmontar el típico ropaje de mitologización estéril al que más o menos nos han acostumbrado varias décadas de sensacionalismo sobre el personaje de Gould; ese cliché tan conocido, basado en las características de excentricidad y manía del pianista de Toronto, resultado, según el autor del libro, de un proceso pseudocultural muy preciso, que tiene por objeto la espectacularización y la creación del “caso”, y que se nutre de ellas de un modo que no hace honor a su valor real como pensador, humanista y filósofo. Esta intensa investigación, que restituye a la historia del piano una verdad insoslayable sobre las cualidades culturales y humanas de uno de sus máximos exponentes, está flanqueada, ya desde el título -es evidente- por un aspecto ciertamente menos evidente, si no insospechado, pero sin duda esclarecedor para el lector atento y el estudioso escrupuloso: lo político, entendiendo por «político” esa función social que todo intelectual digno de tal nombre debería desempeñar en el seno de la comunidad; una función que, en nuestro mundo contemporáneo, parece tan perdida que no sólo es inexistente, sino incluso impensable. El examen que hace Marco Gatto de la relación entre el proceso de “estetización” llevado a cabo en detrimento de Gould y lo que el autor define como el “nihilismo apolítico sobre el que se asienta la sociedad de consumo” es preciso y ejemplar, y llega a un elemento clave de toda la investigación (que también es clave para toda la experiencia gouldiana): el sonido de este intérprete, que de ser un adorno (es decir, fruto más de la extravagancia que de una precisa arquitectura gnoseológica), se convierte en un elemento sustancial y esencial, dotado de una “pureza desnuda y sin adulterar” (son palabras del propio Gatto); ese sonido tan reconocible, en otras palabras, ya no representa el fruto del azar, de una mera aproximación técnica al teclado o de una ruptura obstinada y extraña con una tradición desgastada en su fijeza (y falsedad); que el sonido es una elección que abre una nueva concepción del arte de la música en su conjunto, revestida de significados sorprendentes y muy elocuentes, casi una revelación, que pone de relieve ese papel clave que el arte, y la música en particular, deben desempeñar en la vida de todas las personas. Gatto, en su agudo y personalísimo análisis, está a la altura de los autorizados filósofos, críticos e historiadores de la música a los que recurre para intervenir en este texto, de Adorno a Edward W. Said, de Barenboim a Pareyson… Un libro importante y perspicaz, por tanto, que no sólo arroja una luz directa sobre una figura muy querida y discutida de la música del siglo XX, sino que traza una línea de investigación precisa sobre la deriva de la que ahora es víctima la cultura como parte de la perversa maquinaria del consumismo más despiadado