Descripción
Desde el momento fundacional de la teoría política moderna, Hobbes y Locke, hasta gran parte del discurso liberal actual, con figuras como Hayek y Nozick, los filósofos han adquirido la mala costumbre de deslizar premisas empíricas para apoyar sus argumentos normativos, haciéndolas pasar desapercibidas e invitando a los lectores a aceptarlas sin cuestionamiento. De ahí surgen una serie de «mitos prehistóricos» muy arraigados en nuestro acervo cultural que, precisamente por ello, son difíciles de reconocer y, mucho más, de desmontar.