Las películas de Hollywood terminaban siempre con una expresión: The end (Fin). Fueron, de hecho, las dos primeras palabras en inglés que muchos españoles aprendimos gracias al cine. En los poblados mineros, donde la realidad recordaba al ambiente de las películas del Oeste que tanto se proyectaron en la segunda mitad del pasado siglo, la expresión The end pasó al imaginario popular con el halo épico y crepuscular de aquellas películas que contaban historias no tan lejanas a las de los mineros españoles.
Este trabajo fotográfico emana de ese aroma cinematográfico, de derrota de una ensoñación, que el fin de la minería ha dejado en los pueblos mineros y en las personas que los habitaron o que continúan viviendo en ellos. Una historia de 150 años ha terminado y lo que queda son las imágenes de una película que se va convirtiendo poco a poco en ruina y en memoria.
Mi propuesta fotográfica, que he llevado a cabo a lo largo de un año a raíz del cierre el 28 de diciembre de 2018 de la mina La Escondida, en León, la última que quedaba abierta en esa provincia, se centra en los territorios mineros de León y de Palencia, dos de los más afectados por el final de la minería, pues esta era prácticamente un monocultivo en ellos. Acompañan a las fotografías textos de varios autores que a lo largo de la historia han escrito sobre la mina y los mineros, y testimonios de prensa y de algunos de los fotografiados. Como escribió uno de esos autores, el paisaje es memoria, y la memoria de la minería que durante siglo y medio dio vida a esos territorios sigue latiendo en esos lugares y es nuestro deber preservarla, cada uno desde su posición.
Cecilia Orueta.