Los avances en inteligencia artificial y reconocimiento de señales tienen un gran impacto en el uso que hacemos del lenguaje, pues hacen posible que nos comuniquemos con dispositivos electrónicos. De alguna forma, la tecnología está creando nuevos hablantes virtuales. Esa misma tecnología se ha mostrado sumamente útil para la investigación lingüística, pues permite abordar cuestiones que antes no se trataban. Por ejemplo, hacen posible simular el proceso de adquisición de una lengua, o bien hacer comparaciones entre variedades lingüísticas.
Ahora bien, la enorme complejidad de estos avances de los que hablamos hace que sean pocos los filólogos que realmente la dominen, por lo que en la práctica son ingenieros e informáticos quienes: 1) toman la mayoría de las decisiones lingüísticas sobre estos nuevos hablantes virtuales; y 2) los que emplean esta tecnología para abordar preguntas de corte teórico, por ejemplo sobre cómo se adquiere una primera o segunda lengua. Así, filólogos y lingüistas tienden a quedar en segundo plano en cuestiones en las que deberían tener un papel destacado.
El principal objetivo de este libro es acercar la tecnología que sirve de soporte a los sistemas de reconocimiento del habla al estudiante de filología o lingüística. Para ello en la primera parte de este libro se incluyen dos capítulos que se centran en dos conjuntos de herramientas tecnológicas. En uno de estos capítulos se presentan algunos conceptos clave tomados de la tecnología de análisis de señales, que es la que se encarga de convertir las señales sonoras en objetos (vectores) susceptibles de una manipulación posterior. En el otro se describe como, partiendo de esos vectores, podemos construir un sistema de reconocimiento del habla. Un segundo objetivo de este libro es el de mostrar cómo dicha tecnología se puede aplicar en la investigación lingüística. Para ello, planteamos dos posibles aplicaciones: para estudiar el efecto de las pérdidas auditivas sobre la adquisición de la lengua, y para cuantificar las diferencias fonológicas entre dos variedades lingüísticas. Esperemos que todo ello sirva para crear la curiosidad del lector y ayude a reducir la brecha entre la tecnología, por un lado, y la filología y la lingüística por otro.