El autor cree que la transliteración parece un gran problema, pero no lo es. Existe una aproximación al tema, el planteamiento es sencillo, pero con una solución laboriosa, que lleva su tiempo y unos acuerdos entre varias cultural del globo terráqueo.
El ejemplo es la “transnumeración”. En todo el mundo existen distintos números en las diferentes cultural, pero ahora se escriben, con carácter global, los números árabes del 0 al 9 y siguientes.
Cada cultura relevante tiene su lengua escrita y hablada, con sus distintas gramáticas. Unas se escriben con letras griegas, otras latinas, cirílicas, con devanagari, ideogramas chinos, kanas japonesas, entre otras.
Hasta ahora se han empleado para la comunicación entre culturas, los traductores y los idiomas dominantes, para la diplomacia la economía, la técnica, en las distintas zonas geográficas. Se han realizado transcripciones fonéticas, con escrituras y con pronunciaciones más o menos ajustadas a lo escrito. En nuestro entorno con letras latinas, unas como lenguas romances y otras indogermánicas. En otros continentes con gran variedad de signos. Algunos idiomas, como el turco, el japonés y el chino, ya tienen sus transcripciones con escritura latina. Todo para facilitar los idiomas escritos y hablados, y la comunicación global, sobre todo con los medios modernos, que ayudan mucho, pero que no sustituyen a las personas.
Ahora se trata de llegar a la “transliteración”, que es, “escribir con un sistema de caracteres lo que está escrito en otro”. De encontrar las escrituras más sencillas con una pronunciación coherente y buenas reglas, y unas normas gramaticales asequibles.
Se necesita copiar el sistema de la numeración. Pero es algo más complejo, de los 10 dígitos a un mayor número de letras, vocales (los sonidos puros) y consonantes, simples y combinadas, con su pronunciación y traducción. Los sonidos próximos a lo escrito, y con su correspondiente traducción literal (“mot a mot” en francés) y elaborada. Todo con unas gramáticas precisas y coherentes.
Los niños españoles cuando estudian otros idiomas se dan cuenta de la sencillez de nuestra escritura latina, de su coherencia con la pronunciación hispana y de una gramática con reglas, con sus excepciones, pero que se puede aprender sin demasiadas dificultades.
Cree el autor, con inquietudes por los idiomas, que esta transliteración al hebreo, árabe, urdu, hindi, chino y japonés es otro paso adelante para la comunicación global. Al menos para reflexionar. Normalmente ha estudiado con las reglas internacionales y con, meritorias, transcripciones fonéticas francófonas, anglófonas y otras, algunas adaptadas al español.