¿Sabías que cada año le ganamos a la muerte dos meses y medio? Es decir, nuestra esperanza de vida se incrementa cinco horas cada día. Ya estamos llegando a los 100 años, biológicamente somos diez años más jóvenes, pero tenemos un problema: la escasez de nacimientos provoca un ritmo de envejecimiento social del 150 %. Entramos en una nueva era de longevidad humana que afecta a todo, especialmente al trabajo.
Si vivimos hasta los 80 o 90 años, o incluso más, pero apenas tenemos gente joven (en 2050 los mayores de 65 años seremos más del doble que los menores de cinco) los sistemas económicos, de pensiones, empresariales, así como nuestra planificación del futuro deben cambiar drásticamente, o no llegaremos en las condiciones que nos gustaría. Demográficamente, la fuerza del trabajo recaerá en quienes ahora tenemos entre 40, 50 y 60 años; sin embargo, es aquí cuando más discriminación laboral, prejuicios y barreras invisibles se generan (edadismo).
Nuestra larga vida nos invita y obliga a desarrollarnos como trabajadores ágiles, en continuo aprendizaje (learning agility) y a explorar soluciones nuevas con las que hacer frente a una longevidad profesional con la que casi nadie contaba. El futuro será para los robots y la inteligencia artificial sí, pero combinado con el poder de los silver surfers: profesionales séniors de talento plateado (silver), generadores y receptores de una nueva economía (silver economy), que diseñan su hoy y también su retiro; surfers porque quieren seguir estando en la cresta de la ola profesional y no aceptan un presente-futuro invisible ni inactivo. El futuro también será para las empresas que generen una correcta estrategia de age management, porque contar con el talento silver marcará la diferencia.