Quien lea este libro tiene en sus manos uno de los textos fundadores de lo que se ha dado en llamar criminología del realismo de izquierda. El realismo de izquierda surgió principalmente en Europa y Estados Unidos a mediados de la decada de 1980 como reacción a la criminología cada vez más represiva de la derecha y, al mismo tiempo, a raíz de la percepción de que la izquierda había fracasado en su tratamiento del problema del delito.
El realismo de izquierda es firmemente radical en cuanto ve al delito como un producto endémico de las características patriarcales y de la estructura de clases del capitalismo industrial moderno. Es en las instituciones fundamentales de la sociedad que nace el delito, en las relaciones entre las clases sociales y entre los sexos, y en la cultura a la que dan origen, así como en los valores del individualismo y de la masculinidadagresiva. El delito no es un producto de la anormalidad, sino del funcionamiento normal de las sociedades capitalistas. Pero, al mismo tiempo y precisamente por la misma razón, el delito es real: no es un producto del «pánico moral» orquestado por los medios masivos de comunicación para distraer nuestra atención del problema «real» de la pobreza. Sin embargo, a diferencia de la social democracia clásica del estado de bienestar, que veía al delito simplemente como una consecuencia de la pobreza y de la privación absoluta, el realismo de izquierda considera que el delito tiene su origen en la privación relativa. En otras palabras, tiene su origen en la creciente desigualdad de oportunidades y de nivel de vida, que se suma a expectativas cada vez mayores, que comparte gran parte de la sociedad.