Un relato contra la inclinación del mundo, del que no hay manera de salir, pues la alternativa es peor.
Las andanzas de Raúl Leby a bordo del transatlántico de la palabra zarpan de tal forma que son imposibles de detener cuando cae en sus manos el encargo de escribir un guion de teatro de manera inesperada. Peleas entre bambalinas, drogas, sexo, familia, violencia, bares y bares y la gente que en ellos encuentra.
El término cuarta pared, que se utiliza en el teatro, es el muro invisible que permite a los actores no ver al público y aislarse completamente, pero para el narrador de este libro que actúa hacia dentro es difícil separar ese término de la realidad social, igual que un corsario no puede separarse de su botella de ron. Él piensa que todo el mundo ha construido su propia pared invisible y nadie logra ver lo realmente importante.
El humor desprovisto de moderación irónica son dagas perfectas y su estado de forma en la retórica no deja a nadie indiferente.