Aunque en ocasiones parezcan confundirse, patriotismo y nacionalismo son conceptos distintos. El patriotismo pone énfasis en el aprecio a las instituciones y la defensa de la libertad común de las personas. El nacionalismo, contrariamente, aboga por la homogeneidad cultural, lingüística y étnica de la sociedad. El patriotismo pide un amor caritativo y generoso con el propio país. El nacionalismo exige una lealtad incondicional o una adhesión exclusiva.
Este libro, que ya es un clásico, supone, además de una brillante reexión política, un clarividente alegato filosófico. Maurizio Viroli hace un extraordinario análisis de los dos conceptos e intenta discernir qué querían decir los lósofos, los agitadores, los poetas y los profetas cuando hablaban de amar a una patria. Sobre todo porque la confusión en torno al tema ha provocado innumerables catástrofes históricas, empezando por el fascismo en todas sus formas.
Si el patriotismo es un amor racional, que considera necesaria la virtud cívica para la preservación del orden público y la ley, prerrequisitos para nuestra libertad que nos permiten resistir la opresión de las egoístas ambiciones individuales; el nacionalismo puede llegar a ser exclusivista, intolerante e irracional, obsesionarse con la unidad y someter así a los discrepantes.
La cuestión que plantea Por amor a la patria es cómo hacer que el amor a nuestro país sea compatible con los principios universales de libertad y justicia. Y eso pasa, como plantea Viroli, por intentar construir un patriotismo sin nacionalismo, es decir, por una llamada a la unidad política basada en el compromiso con el bien común y no en una inquebrantable adhesión étnica, religiosa o lingüística.