El Derecho moderno es una lucha permanente por domeñar el Poder, por civilizarlo y redimirlo de su tendencia a lo salvaje. Entendido lo salvaje como un poder descontrolado, el ciberespacio, esa nueva realidad que ha transformado radicalmente el paradigma espacio-temporal que ha definido dos centurias de Derecho constitucional, ha dado pábulo a quienes lo gestionan y administran tecnológicamente para convertirse en los poderes «salvajes» del siglo xxi. Unos poderes parapetados tras dos grandes falacias que este libro trata de desenmascarar desde la perspectiva de la efectiva protección del derecho a la reputación en internet: la falacia de la neutralidad tecnológica y la falacia de la sublimación ciberespacial del mercado libre de las ideas.
La tesis de esta obra es que los intermediarios tecnológicos que administran y operan en el ciberespacio son responsables de su uso por terceros cuando este vulnera derechos fundamentales, porque su obligación es poner todos los medios necesarios para prevenir, evitar y, en su caso, reparar el daño producido. Normas como la Directiva 2000/31/CE del Comercio Electrónico, y sus transposiciones nacionales como la Ley española 34/2002 o la Communication Decency Act estadounidense, han hecho del ciberespacio un universo de impunidad para la difamación, declarando irresponsables a sus administradores y gestores, apelando paradójicamente a la libertad de expresión. En este libro su autor ofrece una interpretación distinta de dichas normas a la luz de los grandes ausentes en este apasionante debate, las Constituciones y, en especial, sus derechos fundamentales, y trata de reconstruir una teoría constitucionalmente adecuada del ciberespacio con la que reducir a los poderes «salvajes» que lo gobiernan.