Philosophia Perennis: escépticos y heterodoxos en la Edad Media
«Para que algo de sus vidas llegue hasta nosotros fue preciso por tanto que un haz de luz, durante al menos un instante, se posase sobre ellas, una luz que les venía de fuera:
lo que las arrancó de la noche en la que habrían podido, y quizás debido permanecer, fue su encuentro con el poder; sin este choque ninguna palabra sin duda habría permanecido
para recordarnos su fugaz trayectoria. El poder que ha acechado estas vidas, que las ha perseguido, que ha prestado atención, aunque sólo fuese por un instante, a sus lamentos y
a sus pequeños estrépitos y que las marcó con un zarpazo, ese poder fue quien provocó las propias palabras que de ellas nos quedan, bien porque alguien se dirigió a él para denunciar,
quejarse, solicitar o suplicar, bien porque el poder mismo hubiese decidido intervenir para juzgar y decidir sobre su suerte con breves frases. Todas estas vidas que estaban destinadas
a transcurrir al margen de cualquier discurso y a desaparecer sin que jamás fuesen mencionadas han dejado trazos —gracias a su instantáneo trato con el poder, de forma que resulta
ya imposible reconstruirlas tal y como pudieron ser “en estado libre”. Únicamente podemos llegar a ellas a través de las declaraciones, las parcialidades tácticas, las mentiras impuestas
que suponen los juegos de poder y las relaciones de poder» (Foucault, Michel: La vida de los hombres infames. Lecciones en el Cours du Collège de France, 1974-1975).