Pasando Fatigas Un Hilarante Viaje por la Fiebre del Oro
Un hilarante viaje por la fiebre del oro… y, además, un compendio de la vida cotidiana del Lejano Oeste y una lección de como sobrevivir siendo un poco inútil… Mark Twain, quizá el mejor autor norteamericano. En este libro de no ficción, no sólo cuenta su viaje sino que descubre su vocación de escritor.
Mark Twain realizó su viaje en pos del oro, entre Saint Louis, Missouri, y Virginia city, Nevada, en algún momento entre 1856 y 1865.
En principio, habÃa planificado un viaje de ida y vuelta de tres meses de duración que incluÃa una pequeña estancia en compañÃa de su hermano.
Finalmente, y tras un sorprendente surtido de tribulaciones, recorrió cerca de 3000 km durante siete años.
En la actualidad, esta distancia que antaño recorrÃa una diligencia en 22 dÃas, podrÃa cubrirse en tren o por carretera en unas 26 horas.
Pasando Fatigas Un Hilarante Viaje por la Fiebre del Oro
Twain se crio en Hannibal (Misuri), lugar que utilizarÃa como escenario para las aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn.
Trabajó como aprendiz de un impresor y como cajista, y participó en la redacción de artÃculos para el periódico de su hermano
mayor Orion.
Después de trabajar como impresor en varias ciudades, se hizo piloto navegante en el rÃo Misisipi, trabajó con poco éxito en la
minerÃa del oro y retornó al periodismo. Como reportero, escribió una historia humorÃstica, La célebre rana saltarina del condado
de Calaveras (1865), que se hizo muy popular y atrajo la atención hacia su persona a escala nacional, y sus libros de viajes también
fueron bien acogidos. Twain habÃa encontrado su vocación.
Consiguió un gran éxito como escritor y orador. Su ingenio y espÃritu satÃrico recibieron alabanzas de crÃticos y colegas, y se hizo
amigo de presidentes estadounidenses, artistas, industriales y de la realeza europea. CarecÃa de visión financiera y, aunque ganó mucho
dinero con sus escritos y conferencias, lo malgastó en varias empresas y se vio obligado a declararse en bancarrota. Con la ayuda del
empresario y filántropo Henry Huttleston Rogers finalmente resolvió sus problemas financieros.
EDITORIAL:Â INTERFOLIO EDITORIAL
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