La pérdida de la diversidad biológica del mundo, sus consecuencias económicas y ecológicas son un hecho constatado. Muestra de ser asunto de urgente preocupación a nivel mundial es la rápida ratificación del Convenio sobre la Diversidad Biológica tras la “Cumbre de la Tierra” de las Naciones Unidas en 1992. Pero si “en la Cumbre de Río el gran paradigma fue la relación entre espacio natural protegido y conservación de la biodiversidad, tras la Cumbre Rio +20, el paradigma es una conservación activa, que procura su uso sostenible en el contexto de cambio global, concibiéndose a los espacios naturales protegidos como verdadero suministrador de servicios ecosistémicos tales como la riqueza de la biodiversidad, el mantenimiento óptimo de acuíferos, la fijación de CO2 o el paisaje; servicios todos ellos que mejoran el bienestar del conjunto de la sociedad.
No obstante, las repercusiones de las áreas protegidas trascienden las meramente ambientales para dejar sentir su potencial en las ventajas y desventajas socioeconómicas que afectan a las áreas de influencia donde se ubican, como pueden ser los beneficios obtenidos del turismo o la propia explotación de los recursos procedentes de las actividades agrarias, ganaderas y forestales o las limitaciones de uso y explotación de la tierra.
Por ello, probablemente, haya llegado el momento de superar la filosofía de los sistemas compensatorios establecidos y adoptar en toda su extensión el principio de ‘quien protege percibe’. Es decir, establecer sistemas por el que se incentiven las prácticas agroforestales generadoras de externalidades positivas no remuneradas por el mercado, superando con ello la compensación del ‘lucro cesante’ tradicionalmente adoptado.
Son, precisamente, dichas externalidades positivas las que nos han servido de base para proponer medidas fiscales para la conservación de los ENPs teniendo en cuenta el objetivo sobre la biodiversidad de la EU para 2020 o las medidas sobre la naturaleza adoptadas en la Cumbre de la ONU de 2019 en Nueva York. En definitiva, este estudio se basa en un enfoque transversal, interpretativo y discursivo, que afirma que las ideas, los conceptos, definiciones y principios no solo describen la realidad, sino que también la construyen.