En los últimos años nuestro proceso penal se ha visto sacudido por una serie de modificaciones de un calado en absoluto desdeñable.
La concatenación de reformas ha convertido en continua novedad no pocas disposiciones de nuestra vetusta Ley de Enjuiciamiento Criminal. La estrategia no es, en efecto, la más conveniente. El encaje de conceptos de técnica procesal-penal del siglo XXI en una arquitectura decimonónica ha protagonizado y, sin duda, protagonizaráno pocos debates en la Academia y el Foro.
Sobre algunos de ellos versa la obra colectiva que tiene entre sus manos. En sus páginas se analizan, conp rofundidad, aspectos tales como el cambio de régimen en la remisión de los atestados por delito sin autor conocido; el fortalecimiento del derecho de defensa; la regulación de los hallazgos casuales; el registro de material informático; la infiltración policial a través del agente encubierto virtual; el papel del Ministerio Fiscal en la investigación penal; la prueba ilícita; el decomiso, etc.
En El nuevo proceso penal sin código procesal penal, el operador jurídico encontrará el fruto del trabajo de una muy nutrida nómina de especialistas que, desde una perspectiva inequívocamente analítica, han arrojado luz sobre buena parte de las cuestiones que hoy día ocupan el debate sobre la materia en la literatura especializada.