Cuando Nelson Mandela fue liberado de prisión en febrero de 1990, nadie sabía ni podía imaginar lo que iba a acontecer. Acuciado por las presiones internacionales, el presidente De Klerk inició un acercamiento al Congreso Nacional Africano, liderado por el Madiba. Sin embargo, las fuerzas de ultraderecha no permitirían que el poder escapara de sus manos. Contactaron así al militar retirado Constand Viljoen para que se erigiera al frente de la nueva milicia unificada mientras los movimientos rebeldes alzaban la voz con violencia. Solo un hombre pudo impedir que una guerra acabara por romper aquel país demasiado tiempo agrietado.
Durante seis años, John Carlin fue el corresponsal para The Independent en Sudáfrica, donde trabó amistad con Nelson Mandela. Hoy aúna esfuerzo y talento con el artista gráfico Oriol Malet para trazar un momento crucial de la historia del siglo xx en el que el sueño democrático de un pueblo estuvo a punto de ahogarse en sangre para siempre.