El final de la Guerra Fría dio comienzo a una «Era de la Imitación» llena de inestabilidad. Después de 1989, negarse a seguir el ejemplo de Occidente no era una opción, lo cual fue para los imitadores una imposición neocolonial humillante y, entre los imitados, alentó una arrogancia imperial y un total desinterés por el funcionamiento de otros países.
Krastev y Holmes sostienen que este es el origen de la caída del orden liberal: Rusia y Estados Unidos favorecen el desmantelamiento de la seguridad global, la Unión Europea abandona las promesas de su proyecto, la fe en la democracia cae en picado…
La luz que se apaga descubre las causas de este desconcertante escenario, producto de la arrogancia neocolonial y la resistencia anticolonial engendradas en 1989.