El concepto de preferencia que, desde un punto de vista lógico formal, se estudia en este ensayo es, en términos aproximados, equivalente a la noción de gustar una cosa más (o mejor) que otra. Se trata, además, de la noción de un gustar intrínseco o puro gustar: la de preferir algo por sí mismo, o en sí mismo, frente a otra cosa. Podría denominársela también la noción de una pura preferencia. Creo que este concepto de preferencia reviste una importancia axial en la teoría del valor en general y en sus tres ramas principales: la estética, la economía y la ética. Su función paréceme ser la de una especie de “radical axiológica”, o raíz común de las valoraciones estéticas, económicas y morales. Esto no importa, claro está, afirmar que tales valoraciones pueden todas ser “reducidas” a puras preferencias; pero sí significa sostener que un análisis completo de los conceptos valorativos, en estética, economía y ética, revelará que la noción de pura preferencia es un ingrediente conceptual que muchos de esos conceptos, sino todos ellos, tienen en común. Por ello, la comprensión de la naturaleza de las preferencias puras no solo es útil, sino inclusive esencial, para una mejor comprensión de las formas más complejas de valoración.
En este ensayo delinearé el sistema formal de un tipo básico y, lógicamente, algo “primitivo”, de valoraciones. Las llamaré preferencias. También introduciré unos pocos comentarios —no muy sistemáticos— sobre cuestiones de la lógica del valor en general.