Comúnmente se llama “legislaturas” a los parlamentos, congresos y otras asambleas similares. El término es útil y justificado, pero puede provocar confusión ya que la mayor parte del tiempo estos cuerpos no están dedicados a formular leyes.
Una de sus principales funciones consiste en criticar al ejecutivo en algunos países hacen y deshacen gabinetes; debaten temas de interés general; constituyen “el gran debate de la nación”, y actúan, según definición de John Stuart Mill, como una “comisión de quejas” y un “ congreso de opiniones”
Tal variedad en las funciones de estas instituciones políticas es reconocida e ilustrada por la diversidad en los nombres que se les da. Se les llama “parlamentos”: lugares donde se habla, “tiendas de palabras” para los críticos. Están compuestas por cámaras de representantes, cámaras del pueblo, cámaras de la asamblea, cámaras de los comunes, cámaras de diputados y senados. Nada en sus nombres nos sugiere que sus funciones tengas algo que ver con la actividad legislativa y mucho menos que se vean limitadas a ello. Todas llaman “senados” a sus cámaras altas y es casi invariable el uso del término “cámara de representantes” para describir a las cámaras bajas. Lo que llamamos “legislaturas“, por lo tanto, se ocupan de muchas otras funciones importantes además de formular y aprobar leyes. Es más, aún en lo que concierne a la elaboración de leyes, no son las únicas instituciones en ocuparse de ello. En primer lugar, no formulan necesariamente todas las leyes. Es frecuente que se deleguen facultades legislativas al ejecutivo o presidente, al monarca, a los ministros o a los funcionarios