Dalmacio Negro denuncia en estas páginas que «vivimos en una civilización cristiana que, sin embargo, se olvida de su origen y censura y ataca la religión tradicional de una forma que va más allá del anticlericalismo, como si las élites culturales y las clases dirigentes quisieran realizar el objetivo de los jacobinos franceses de comenzar de nuevo la historia». Para el autor, la política irrealista ha sustituido al escepticismo humanista de la política de la libertad. De ahí que la tradición liberal esté prácticamente desaparecida en Europa.
La crisis de la religión tradicional, sustituida por un sinfín de ateiologías, y la crisis del liberalismo van de la mano. Para Negro, el historicismo es la «exageración o degeneración racionalista de la consciencia histórica a costa de la conciencia histórica», una causa del modo ideológico de pensar. Así, la religión ha sido sustituida por la politización, debido al servicio del Poder.
Tanto el intervencionismo como su consecuencia histórica, el totalitarismo, falsifican la realidad. Y la Pérdida de la realidad conlleva, indefectiblemente, la pérdida de la libertad. El Estado, al que el autor califica como «el mayor de los mitos políticos», funde derecha e izquierda en el Estado totalitario.