Hans Jonas (1903-1993) fu el primer filósofo en ingresar a la discusión de la ética médica en los Estados Unidos a finales de la década de 1960, cuando la ciencia y la tecnología irrumpieron con una serie de cuestiones morales inéditas para la biomedicina. En aquellos años Jonas había fundado una categoría filosófica y científica llamada organismo-metabolismo que le permitió comprender básicamente el fenómeno de la vida desde los organismos celulares más primitivos, como la ameba, hasta los más complejos, como el ser humano. El organismo-metabolismo constituye un hecho ontológico para comprender la relación y el intercambio de la materia y de la energía del ser viviente con el ambiente donde evoluciona junto a otros vivientes.
En tal contexto filosófico y científico, Jonas comenzó a pensar los principales dilemas del inicio, desarrollo y fin de la vida humana para la bioética: la investigación científica y la experimentación clínica, el concepto de coma irreversible y la muerte encefálica, la eutanasia, el trasplante de órganos, la eugenesia, las técnicas de reproducción artificial, la clonación, entre otros dilemas relacionados con la manipulación genética humana. Para dilucidar prácticamente estas disyuntivas de bioética, Jonas propuso un principio de responsabilidad por medio de un imperativo categórico-existencial que solicita la preservación de la imagen del ser humano.