“El hombre suele aprender más observando el mal que con el ejemplo del bien. Ello es así especialmente cuando el mas es muy común y sus efectos claramente visibles; el mal nos proporciona entonces una excelente oportunidad para aprender y cuando, finalmente, llega a ser insoportable, quizá se llegue al punto de comenzar la curación”
Hans. F. Sennholz
“Keynes, una mente brillante que utilizó toda su capacidad intelectual para alimentar su inmensa egolatría en beneficio propio.
Su legado, el llamado popularmente keynesianismo, tan arraigado entre los gobiernos socialdemócratas que entienden la economía como una actividad reglada por normas creadas ad hoc, tuvo su máximo desarrollo y poder destructivo en los gobiernos de América Latina, donde se lo instrumentó como única o principal salida al crónico estancamiento de sus economías.
Su efecto en el devenir económico es de cortísimo plazo, ideal para los gobiernos populistas, actuando de manera similar a una droga euforizante que genera un bienestar temporal, consumiendo dodos los recursos sin generar nuevos, al punto de dejar el cuerpo al borde la extinción.
Como el pulpo que acechando por el hambre devora sus propios tentáculos acercándose más rápidamente a su muerte, el keynesianismo mantiene al principio una ilusión de actividad económica y de bienestar que consume todos los recursos económicos existentes hasta que el colapso es inevitable. En esta semblanza de su vida, Murray Rothbard, sobria y magistralmente, disecciona al hombre con su fino bisturí dialectico y nos ayuda a entender el lamentable legado que este ilusionista de la economía ha dejado para la humanidad”
Mario Marquínez Otálora