Cuando el joven Martín Huete inició una fulgurante carrera en el mundo de la consultoría y las finanzas, trabajaba demasiado, dormía poco y el teléfono móvil —al menos, cuando este empezó a popularizarse— no dejaba de vibrar. Un peldaño tras otro, se acercaba a la cima profesional con la que tanto había soñado, tenía un gran poder adquisitivo, su ascenso parecía no tener techo y ser bueno en su trabajo le producía una sensación de seguridad y satisfacción.
Hasta que esas sensaciones se desvanecieron cuando, pocos años después de la crisis financiera, se encontraba dando una charla de formación. Se quedó parado ante el PowerPoint. ¿Por qué seguía haciendo aquello? ¿Por qué continuaba trabajando en algo que hacía tiempo que consideraba éticamente dudoso? Decidió entonces arriesgarse y buscar un nuevo modelo para la industria de los servicios de inversión, uno en el que se incluyera su más reciente pasión: internet y todo lo relacionado con la economía digital.
Esta historia contada en primera persona, con humor autocrítico pero también con una profunda búsqueda en lo más hondo del individuo, es un ejemplo admirable de cómo alguien puede reinventarse, asumir riesgos y abrazar la innovación, en este caso, el fascinante y disruptivo mundo de las nuevas tecnologías. Y es, asimismo, el relato subyacente de los cambios que ha experimentado el sector financiero español en las últimas décadas. Nada es como antes y nada será como es ahora.