Al igual que sucede con otras invenciones, la del nacionalismo vasco es precedida por un largo período de gestación. No es una ocurrencia de Sabino de Arana Goiri, sino el resultado de una reflexión agónica sobre una doble crisis experimentada por Vizcaya en el último cuarto del siglo XIX, de las consecuencias de una rápida industrialización por una parte, por otra de la supresión del régimen foral en 1876. Apenas terminada la última guerra carlista. A ello se sumaban una sólida construcción ideológica en defensa de los Fueros, contradictoria con el nuevo capitalismo dominante, y una tradición racista heredada del Antiguo Régimen, ahora actualizada para satanizar a los inmigrantes (de mochas a maketos). Sabino Arana sabrá combinar tales ingredientes, formulando una alternativa radical de independencia, legitimada por los Fueros, aupada a su vez sobre una transferencia de sacralidad que hace de su programa una religión política. Ser antipatriota es pecar contra Dios. Ser patriota es luchar contra España.
La extremosidad del ideario llevaba a un callejón sin salida, solo superado gracias a una circunstancia excepcional: Sabino Arana construye su partido sobre el molde de un instituto religioso, la Compañía de Jesús, de quien Sabino fue alumno y apologista. La doctrina ignaciana respalda su visión maniquea centrada en la oposición al “enemigo” y para ello la exigencia de una organización altamente disciplinada, de totales disciplina y sumisión al objetivo sagrado y a los medios que define el Superior. Una orden religiosa se convierte en patrón de un partido político. Pero la fijación de los principios debe ser compatible con la flexibilidad en los medios. Tal será la clave del éxito sabiniano, en sus dos vertientes, de adecuación a las exigencias para avanzar y de movilización por el odio al “enemigo”, España. Esta última dimensión será la que lleve de Sabino a ETA, ligada esta al PNV por la finalidad común de independencia. Este libro se dirige a recordarlo, así como la trayectoria histórica que hoy trata de borrar en la memoria, tanto el protagonismo del fundador, como la relación de hermanos enemigos entre ETA y PNV durante los años de plomo. Para no regresar al infierno.