¿En qué momento adquiere Heidegger plena conciencia del problema del ser? ¿Cómo cabe abordar filosóficamente esta cuestión? ¿Sobre qué presupuestos metodológicos descansa una ontología de la vida humana? ¿Qué autores y qué textos marcan el rumbo de su investigación filosófica?
He ahí una batería de preguntas a las que este escrito ofrece una primera respuesta que sorprenderá a aquellos lectores que todavía no están familiarizados con la obra temprana de Heidegger. Estas «Interpretaciones fenomenológicas» sobre Aristóteles, redactadas en 1922 con cierta urgencia para optar a una vacante de profesor titular, delatan desde sus páginas iniciales una preocupación metodológica fundamental por el tema de la vida humana, en concreto, por el ser de la vida humana.
Martin Heidegger (1889-1976). Es uno de los pensadores decisivos del siglo xx. Nacido en Messkirch (Baden), abandonó los estudios teológicos para dedicarse a la filosofía, orientando su interés hacia la fenomenología husserliana, la hermenéutica de Dilthey y la filosofía de Aristóteles. Bajo la tutela académica de Husserl, primero fue profesor ayudante en la Universidad de Friburgo (1919-1923), luego profesor titular en Marburgo (1923-1927), hasta que finalmente obtuvo la cátedra en Friburgo. Nombrado en 1933 rector de esa misma Universidad, sus controvertidas relaciones con el régimen nacionalsocialista trajeron, con el final de la guerra, la suspensión de sus funciones académicas. Apartado cada vez más de la vida pública, adulado por unos a la vez que criticado por otros, Heidegger se consagró en esta segunda etapa de su vida enteramente a la «experiencia del pensar», impartiendo seminarios, dictando conferencias y publicando importantes ensayos sobre el final de la metafísica, el humanismo, la técnica y el arte.