El parlamentarismo, que pivota en torno a un órgano colegiado, elegido por el pueblo, es la esencia de la democracia. En palabras de Kelsen «la única forma real en que se puede plasmar la idea de la democracia dentro de la sociedad presente». La esen-cialidad de los Parlamentos será el eje central de la presente contribución, que nos obligará a disertar acerca del origen de los mismos y de su evolución.
Un referente temporal será el hilo conductor de esta reflexión, partiendo retrospectivamente de revivir los orígenes del parlamentarismo. Un breve recorrido por las Constituciones históricas pondrá de manifiesto la evolución del sistema de Cortes a lo largo del tiempo y la adaptación del mismo al devenir histórico y al contexto político.
El carácter único de los Decreta de 1188 puede desprenderse a través de dos elementos: un elemento formal que se refiere a la presencia de representantes del pueblo en la Curia y una perspectiva material/sustancial, a partir de la cual se puede identificar los precedentes del constitucionalismo actual.
En este recorrido será clave la declaración de la UNESCO del 18 de junio del año 2013 conforme a la cual los Decreta de León de 1188 constituyen la «manifestación documental más antigua del sistema parlamentario europeo».
Lo imprescindible del Parlamento se fundamenta en que es el órgano que provee de legitimación al gobierno, a la vez que sirve para su control. El Parlamento, refleja y garantiza el pluralismo social, geográfico, económico, pero sobre todo político. Es esa base social heterogénea a la que contribuye a integrar, consiguiendo una ficticia comunidad de intereses.
En aras de cumplir este objetivo, esta contribución desarrollará una aproximación histórica y teórico-clásica de la democracia representativa, a través de la conceptua-lización de la representación, su desarrollo histórico y una consideración sobre los actores responsables de la misma desde las teorías clásicas de las élites.