La actual realidad constitucional es tributaria del modelo democrático clásico que nace en Atenas y se perfecciona con la República romana. Asimismo, las estructuras jurídico-administrativas que dan soporte al Estado contemporáneo se conforman, en parte, con conceptos y categorías que surgen y desarrollan durante el Principado y el Dominado de la Roma Imperial. En este sentido, el actual sistema democrático y nuestra Administración encuentran fundamento en Atenas y Roma, tanto en su sentido concreto y físico de apoyo y cimiento,como en el abstracto y filosófico de causa e inspiración.
El estudio de la Antigüedad clásica ha estado presente, en todo tiempo, entre los pensadores y la clase política ilustrada que han sabido beber en sus inagotables fuentes, a la hora de reflexionar o actuar en la compleja tarea de organización y funcionamiento del cuerpo social. Y es que muchas de sus conquistas de convivencia político-social y de organización jurídica se han convertido en arquetipos insuperables en la Historia de la Humanidad. Así, su contraste con los modelos constitucionales contemporáneos arroja siempre destellos de luz.Rememorar lo clásico y tomarlo como referente contribuye pues al continuo progreso en la organización política que debe, mantener la esencia de lo conquistado y, al tiempo, siempre en actitud de constante cambio para ofrecer respuesta adecuada a las cambiantes necesidades de la realidad.