Un psiquiatra estudia a un hombre y puede hacer unas cuantas predicciones razonables acerca de lo que ese hombre realizará en el futuro -cómo va a reaccionar ante tal o cual estímulo, cómo se conducirá en determinada situación -. Lo que yo he hecho ha sido invertir los términos de la profecía.
La característica dominante de un psiquiatra es su curiosidad. Se pregunta a la gente. A veces consigue respuestas satisfactorias, otras, no, pero siempre sabe que se encuentra en un vasto terreno desconocido que él y sus colegas solamente han comenzado a explorar.
Si el psiquiatra es también criminalista su punto de vista puede ser ligeramente distinto, pero no de un modo fundamental. En este caso su interés se centra en los pensamientos y actos que la sociedad considera erróneos. Trata con hombres y mujeres a los que la sociedad ha condenado. El hecho de que la sociedad los censure ejerce, indudablemente, una influencia en su comportamiento. El psiquiatra-criminalista lo tiene en cuenta junto con los otros factores que conoce.