Ahora que Galdós es gozosa actualidad provocada por la conmemoración del centenario de su muerte, viene al caso que, desde todos los ángulos posibles, pongamos en valor la grandeza del escritor y el rango del personaje, a veces inexplicablemente eclipsado. Y, al menos, quienes de alguna manera aprendimos el sabor histórico de la España moderna, su lengua y las tribulaciones y peripecias de sus ciudadanos, hemos de aportar lo que podamos a su año memorial, y, en la medida de nuestras fuerzas, mostremos el significado que damos a su vida y a su obra.
Como más adelante veremos, no es mucho el bagaje explícito de materias jurídicas en la obra de Galdós. Pero me ha parecido de interés poner nuestra mirada en un episodio de la vida de Galdós que tuvo mucha y muy significativa presentación jurídica y que aunó, en una peripecia común, a dos grandes personajes de su tiempo, consagrados socialmente, y que vivieron juntos el episodio que ocupa estas páginas.