La crisis ecosocial global nos ha colocado en el Antropoceno. La causa es el antropocentrismo que coloniza nuestro pensamiento, junto con sus dos brazos ejecutores, el capitalismo y el heteropatriarcado. Una cosmovisión que debe pasar página hacia una Gran Transición Ecosocial.
Una transición basada en el reconocimiento de los principios de ecodependencia e interdependencia que hacen posible la vida humana. Sobre estos principios es necesario construir una nueva ética ecosocial que respete, cuide y garantice la sostenibilidad de la trama de la vida, que se guie por la justicia social y el bien común y que se plasme en acciones ecosocialmente transformadoras.
La educación ecosocial es un proceso tan necesario como insuficiente en esta transición. Una educación, como afirma Yayo Herrero en el prólogo, “que se vuelque en la consecución del bienestar para todos y todas, en la transformación de personas capaces de percibirse como ecodependientes y conscientes de las profundas interdependencias que nos permiten estar vivas”.