«No puede negarse que la cultura social ha sido esencialmente androcéntrica y patriarcal y hasta en la actualidad, en un momento en que se dice enfáticamente que hemos avanzado, personas de valía intelectual y reconocimiento en el mundo del Derecho no son capaces de ver los estereotipos que perviven e impregnan el razonamiento jurídico de la doctrina científica y se mantienen incólumes en las normas jurídicas con el pretexto – siempre ‘valedero’- del respeto a las tradiciones culturales y a los cánones sociales, que no por ello dejan de seguir siendo tan patriarcales como siempre lo fueron.
«No cabe dudas que los civilistas debemos aprender a reconstruir las clásicas instituciones con las que hemos trabajado como orfebres durante años, desde esa nueva mirada. Solo a partir de su implementación podremos identificar prácticas inveteradas que dan al traste con los más elementales derechos de las mujeres como seres humanos. Nuevamente el peso de la tradición hace invisibles tales posiciones».
Leonardo B. PÉREZ GALLARDO