El día después. Guía para PYMES: cómo enfrentarse con éxito a la era pos-COVID
Tras el coronavirus, necesitamos un plan para enfrentarnos a la nueva era disruptiva. El Día Después es una guía útil y práctica que ayudará a la pequeña y mediana empresa a sobrevivir en un mundo incierto e impredecible, donde todo cambia a una velocidad vertiginosa.
El Día Después se estructura en torno a cuatro preguntas: por qué, qué, cómo y para qué. Partiendo del propósito organizacional, verdadera esencia de cualquier proyecto empresarial, Salvador Martínez y Borja Gilsanz construyen su modelo organizativo dual: impulso y control del negocio se alinean con la visión empresarial a través de nuevas formas de trabajo colaborativo en red, lo que permite gestionar eficientemente el día a día y, al mismo tiempo, desatar la innovación y el talento de las personas.
Para lograr los resultados esperados, la empresa debe asegurar la excelencia operacional a través de herramientas e indicadores significativos. Alcanzar la sostenibilidad -concepto que trasciende el mero beneficio económico a corto plazo- se erige como objetivo irrenunciable de nuestro tejido empresarial, hombres y mujeres que, sin complejos, han de asumir la responsabilidad de vertebrar una sociedad más equitativa, inclusiva y próspera.
PRESENTACIÓN DE LOS AUTORES
AGRADECIMIENTOS
PRÓLOGO
EL DÍA DESPUÉS
CAPÍTULO 1. ¿POR QUÉ? VISIÓN ESTRATÉGICA NO HAY FUTURO
Liderazgo del siglo XXI
Misión
Visión
Valores y cultura de empresa
CAPÍTULO 2. ¿QUÉ? SIN PROPÓSITO NO HAY PROYECTO VIABLE
Impulsar el negocio
Plan comercial
El encaje del marketing y ventas en el plan comercial
Plan de marketing
Plan de ventas
Cultura de la innovación
Controlar el negocio
Gestión de procesos
Gestión de recursos
Recursos materiales
Recursos financieros
Personas: talento
Control de la productividad
Arquitectura dual: alinear la organización
CAPÍTULO 3. ¿CÓMO? SIN CAMBIO CULTURAL NO HAY ESTRATEGIA QUE RESISTA
La transformación cultural
La comunicación como palanca de cambio
El círculo virtuoso de la mejora continua
Un poco de historia
El ciclo de Deming
Concepto clave
Nuestra propuesta
Herramientas de medición. El cuadro de mando integra
CAPÍTULO 4. ¿PARA QUÉ? SIN BENEFICIOS NO HAY EMPRESA QUE SOBREVIVA
Rentabilidad versus crecimiento
Conceptos clave
Beneficio
Ventas
Productividad
Binomio ventas/beneficio
Beneficio a corto plazo versus sostenibilidad de la empresa
Binomio beneficio/productividad
Conclusiones
EPÍLOGO. SIN ACCIÓN NO HAY PLAN QUE VALGA
Caja de herramientas
Nuestro modelo al completo
Por qué
Paso 1: revisar misión, visión, valores y estilo de liderazgo. Lecturas inspiradoras para revisar misión, visión, valores y estilo de liderazgo
Qué
Paso 2.1: impulsar el negocio. Plan de marketing y ventas
Lecturas inspiradoras para impulsar el negocio
Paso 2.2: impulsar el negocio. Cultura de la innovación.
Lecturas inspiradoras para impulsar cultura de la innovación
Paso 3: controlar el negocio
Paso 3.1: contralar el negocio. Gestión de procesos
Paso 3.2: controlar el negocio. Gestión de materiales
Paso 3.3.1: controlar el negocio. Gestión financiera 1
Paso 3.3.2: controlar el negocio. Gestión financiera 2
Paso 3.3.3: controlar el negocio. Elegir el software profesional adecuado
Lecturas inspiradoras para controlar el negocio
Paso 3.4: controlar el negocio. Gestionar el talento
Lecturas inspiradoras para gestionar el talento
Paso 3.5: construir la arquitectura organizativa dual
Lecturas inspiradoras para construir la arquitectura organizativa dual
Cómo
Paso 4.1: transformar. Cambiar la cultura
Lecturas inspiradoras para la cultura
Paso 4.2: transformar. La comunicación como palanca de cambio
Lecturas inspiradoras para para utilizar la comunicación como palanca de cambio
Paso 4.3: transformar. Activar el círculo virtuoso
Lecturas inspiradoras para activar el círculo virtuoso
Paso 4.4: transformas. Diseñar el CMI
Lecturas inspiradoras para para construir un cuadro de mando integrar (CMI)
Para qué
Paso 5.1: sostenibilidad
Lecturas inspiradoras para orientarse a beneficios sostenibles
SALVADOR MARTÍNEZ SÁNCHEZ
En los anteriores artículos de la serie “El día después”, entendimos que la supervivencia es el primer acto de la nueva obra que se representa en los escenarios del mundo empresarial, pero una vez hemos sido capaces de sacar la cabeza del agua, toca divisar el horizonte y fijar nuestra vista en el objetivo a alcanzar: no podemos quedarnos a merced del oleaje, debemos recuperar el espíritu de nuestro propósito organizacional y propiciar la irrupción de una cultura de la innovación, no solo enfocada hacia productos o servicios nuevos, sino también internamente, reorganizándonos de maneras más eficientes a través de la cooperación, el aprendizaje de nuevas habilidades y la eclosión de la inteligencia colectiva. Y, llegados a este punto, tocamos la parte más sensible de todo proceso de cambio.
La verdadera urgencia del momento actual es transformar la cultura, el trabajo más arduo y complicado al que se enfrenta cualquier organización, ya que las fuerzas de la tradición, el hábito arraigado, la autocomplacencia, el miedo a lo desconocido y la comodidad hacen fracasar la mayoría de proyectos de cambio cultural. Si la alta dirección no se compromete decididamente a liderar el cambio (no con palabras, sino con hechos, acciones y ejemplo), el fiasco está asegurado y, con ello, el desánimo y la desilusión del talento más innovador y comprometido con nuestra empresa (que probablemente acabe abandonando la compañía muy a su pesar).
Los procesos de cambio requieren tiempo, paciencia y perseverancia, porque siempre hay cantos de sirena que, en momentos de gran tensión, nos invitan a buscar refugio en los comportamientos de antaño. Es entonces cuando la dirección de la empresa debe mostrarse inflexible con las desviaciones de la nueva senda y utilizar los valores corporativos como criterio de legitimidad para dirimir los conflictos que, a buen seguro, harán acto de presencia.
El cambio cultural es la única tabla de salvación si quiere surfear la ola gigante que amenaza con engullirnos, así que conviene tener claro que este proceso va de personas, no de tecnología (aunque evidentemente la necesitemos para ser más competitivos y eficientes). Si no somos capaces de cambiar la mentalidad de las personas de la organización, la digitalización (transformación digital) está destinada al fracaso. Analice la cultura actual e identifique los comportamientos y hábitos críticos a cambiar para alinear la nueva visión con las virtudes organizacionales (valores puestos en práctica más allá de las declaraciones institucionales que acaban siendo papel mojado).
La palanca más efectiva en un proceso de cambio cultural es la comunicación, franca, sincera y transversal, pues si no es compartida por el grueso de los miembros del equipo, la nueva cultura quedará en agua de borrajas. Así pues, necesitará aliados para llevar a cabo tamaña tarea, por lo que debe contar con un grupo de agentes del cambio, evangelizadores y entusiastas de los nuevos comportamientos ansiados. Apóyelos sin fisuras, no los defraude, desempeñan un papel primordial en el pulso por inclinar la balanza a su favor: tirarán del carro y arrastrarán con ellos a buena parte de los indecisos… si usted no les falla.
Para que el cambio pueda consolidarse necesitamos pequeñas victorias que animen tanto a los convencidos como a los futuros conversos, amén de desinflar a los refractarios. Nada estimula tanto como conseguir resultados. Así que empiece por promocionar proyectos de alcance reducido, pero con altas probabilidades de éxito, para alimentar el círculo virtuoso de la motivación y la mejora. Impulse su negocio sin titubeos y manéjelo a través de indicadores significativos. Rete a sus empleados a pensar fuera del círculo, premie sus esfuerzos e iniciativa, convierta los errores en aprendizaje y confíe en sus capacidades. No olvide que la combinación de conocimiento, pericia y actitud mueve montañas.