La educación tiene siempre un carácter instrumental. Se orienta, principalmente, a garantizar la adquisición de las capacidades necesarias para desarrollar las tareas previstas, en una determinada comunidad, para cada persona. Dicho proceso no sólo condiciona el destino social de cada cuál, sino la subjetividad y los espacios de influencia. Por ello, la segregación educativa y la formación diferenciada entre mujeres y hombres ha sido una estrategia habitual del patriarcado y una auténtica coartada para defender la teoría de la complementariedad y la jerarquía sexual. No en vano, una de las primeras vindicaciones del feminismo, desde sus inicios, fue la igualdad educativa y el acceso de las mujeres al mundo de la razón, el saber, la cultura y la producción científica.
La presente monografía recoge la trayectoria histórica del esencialismo naturalista del legado occidental a través de cuatro mecanismos que permitieron garantizar la exclusión de las mujeres del ámbito del conocimiento: la segregación curricular, la demostración de dotes y capacidades, la teoría de las excepciones y, finalmente, la depuración y el olvido en la reconstrucción patriarcal de la historia. Recupera la genealogía olvidada de la producción intelectual de las mujeres a lo largo de la historia desde el nacimiento de la escritura en Sumer. Propone, con posterioridad, un examen del contexto específico del sistema educativo español hasta la actualidad. Culminando, por último, con un examen crítico reflexivo del estado de la cuestión en nuestro país, con especial atención al contexto universitario tras la implantación del conocido como plan Bolonia.