El objeto fundamental de mi libro es, naturalmente, enseñar. Quiere también entretener y divertir a quienes lo lean, sean o no abogados.
A lo mejor estos últimos algún día se verán envueltos en algún proceso, teniendo por lo tanto interés, al menos remoto, en conocer cuáles son los métodos más acertados para litigar ante nuestro tribunales, único escenario en que los actores interpretan dramas de la vida real, que comprometen sus derechos de propiedad, sus reputaciones, su libertad y hasta su vida misma.
Me doy cuenta de la originalidad de mi experimento, pero confío en que el interés de cada uno de los colaboradores en leer lo escrito por sus colegas, será compartido por el público en general y por todo abogado que aspire a que la posición alcanzada por nuestros jóvenes y esforzados profesionales, no tenga nada que envidiar a la de los grandes abogados de la pasada generación.