El autor descubre un Borges inédito a través de una lectura criminológica de su obra. Analiza los poemas, ensayos y cuentos que retratan la violencia del hombre y del Estado con la cárcel como arquetipo de laberinto.
Desde el margen del Río de la Plata, Borges piensa criminológicamente, confronta con el positivismo de Sherlock Holmes, y se adelanta a cuestionamientos que luego serán formulados por corrientes criminológicas críticas de países centrales. La «cuestión criminal» en esta literatura es materia de indagaciones éticas, filosóficas, metafísicas, sociales y políticas. Estas indagaciones problematizan las categorías bien y mal, orden y desorden, con lo cual sorprenden al sentido común punitivo y a la opinión publicada. Esta relectura del notable escritor argentino conduce a Poquet a develar una ciencia jurídico penal y un saber criminológico basados históricamente en imágenes.
Metáforas e imágenes encubiertas por una jactancia realista, funcional a políticas criminales dirigidas contra un enemigo por esencia diferente al ciudadano amigo.