Los autores de este libro, con más de veinticinco años a sus espaldas de publicaciones sobre derechos humanos y fundamentales, consideran que los escritos sobre esta materia progresarían mucho, en calidad científica y en utilidad práctica, si abogados, jueces, funcionarios, políticos e incluso académicos conocieran algo más de teoría de la argumentación y se adentraran sin temor y con mayor rigor en disciplinas no estrictamente jurídicas pero imprescindibles para llegar a resultados empíricamente fundados, socialmente útiles y políticamente convincentes.
La obra pretende suministrar criterios prácticos para mejorar la calidad de la argumentación e investigación sobre derechos humanos y fundamentales y está especialmente dirigida a los investigadores interesados en mejorar su trabajo, así como a los funcionarios de las Defensorías del Pueblo, cuya tarea tiene mucho en común con la de aquéllos: a diferencia de los abogados, no tienen que preocuparse por los intereses particulares de un cliente a la hora de servir a la justicia, y a diferencia de los jueces no están constreñidos por el Derecho vigente y pueden proponer su transformación.