«Ni los progresistas ni los conservadores pueden quejarse cuando sufren críticas de parte de los radicales, eso sucede todo el tiempo. Nuestros oponentes políticos deben recordar que hay muchos más de ellos que de nosotros, también deben tener presente que entre ellos se intercambian suficientes elogios, y que esos elogios les permiten prescindir de los nuestros. Por cada voz de izquierda que se atreve a sugerir que W. B. Yeats solía ser un tonto de antología, o que Isaiah Berlin no fue el genio absoluto de la leyenda proresista, hay un enorme grupo de comentaristas preparados para gritar elogios a voz en cuello.
Espero que estas críticas también sean testigos del hecho de que pende sobre nosotros, aunque sea como vestigio, una especie de esfera pública en la cual uno puede intentar escribir amistosamente sobre cuestiones complejas» (Terry Eagleton)